Wednesday, October 19, 2005

Amelie y Emmanuel



Mis nietos queridos.

Tuesday, October 18, 2005

Blanquita

Monday, October 17, 2005

La Gatita Blanca

La Gatita Blanca

Érase una vez una linda y chiquitina gatita que nació un día 31 de diciembre de 1980. Era una fría noche de invierno en Paris. La mama sintió que sus hijitos llegarían esa noche de año nuevo para celebrar con los amigos. Se acostó en su canasto y despacito fueron saliendo uno a uno los pequeñitos desperezándose y gritando de contentos por llegar en un momento tan bueno. Y como no estar contentos si el día de año nuevo todo es fiesta y felicidad en las casas de los parisinos y hacen muchísimas cosas ricas para comer y compartir con sus amigos gatitos.

Pasaron rápido los días y la gatita fue creciendo y engordando con la leche que le daba su mama. Estaba muy contenta porque sabía que un día tendría unos amos para ella solita.

El día 10 de febrero cuando ella tenia 40 días, Gerome, el dueño de casa, la puso en una cajita de regalo y se fue con ella donde la familia Lefranc. Ese día, se celebraban los 5 años de Paola y los 2 de Nathalie. Como Gerome las quería mucho pensó que el mejor regalo de cumpleaños seria la linda gatita gorda que llevaba en la cajita.
Cuando llego las niñitas estaban acostadas porque era de noche y luego de saludar a los padres de las cumpleañeras se fue derecho al dormitorio y les entrego el regalo.

Paola que era la más grande abrió la cajita sobre su cama y al ver a la gatita se puso a gritar acompañada por su hermanita Nathalie: es chiquitina, decía Paola, es calientita gritaba Nathalie, es peluda, tiene uñas, gritaban mientras descubrían las particularidades de la gatita. Al escuchar tanto alboroto los padres acudieron raudos a la pieza de las niñita y vieron con ojos embelesados a la pequeña gatita que estaba sentada como una reina sobre la cama.

¿Mama, es verdad que es para nosotras? Pregunto Paola que era más grande. Si, le respondió la mamá. Es para ustedes pero deberán cuidarla mucho porque es una bebe y necesita mucho amor. Nosotros la cuidaremos dijo Nathalie en su media lengua. ¿Y como la llamaremos? pregunto Paola. La mamá respondió: yo creo que se llamara Blanca, es un lindo nombre, así se llamaba la gatita que yo tuve cuando era niña. Ya, dijeron en coro las niñas, se llamara Blanca, es el mejor nombre que hemos oído.

La gatita Blanca acompañaba a la familia en todos sus viajes por Europa y un día cuando decidieron viajar a Argentina, Blanca viajo en un avión dentro de una gran jaula que compartió con su amiga la Tortuga Quiti. Un año después, la familia se vino a vivir a Chile, y gatita y tortuga los acompañaron nuevamente en su Jaulita. Este nuevo País les encanto a ambas porque las casas tenían jardín donde corretear y mucho espacio para hacer descubrimientos.

Pasaron los años y la tortuga Quiti un día se fue a vivir a otra casa mas grande y Blanca quedo sola con los amos. Dormía una noche en cada cama, comía su comida preferida, en verano dormía al solcito y cuando hacia frío se instalaba en un lugar cerca de la chimenea.
Y así fue que la Gatita Blanca vivió durante 18 años con las niñas y fueron muy felices hasta el día en que cansada de tanta aventura decidió irse a cazar mariposas al cielo de los gatitos.

La Gatita Luna

La Gatita Luna

La gatita Luna es una linda, muy linda gatita negra con blanco. Tiene unos ojos grandes y redondos de color verde que cambian según los colores del cielo. A veces sus ojos son color ámbar, otras veces son grises pero lo más del tiempo son verdes. Tiene el pelo largo y sedoso como terciopelo y ella está muy orgullosa de esto. Se pasa los días acicalándose. Se lame primero la pata delantera y luego se la pasa por la boca limpiando cualquier resto de comida que pudiere haber quedado adherido a sus bigotes. Una vez que ha terminado con la boca sigue con las orejas. Se moja muy bien la patita y luego se la pasa por la oreja derecha y posteriormente repite lo mismo con la oreja izquierda. La Gata Luna, es sin lugar a dudas, una coqueta. Se pasa el día contorneandose de aquí para allá cantando canciones de gato y mirándose en el espejo del agua de la piscina que refleja el cielo azul del medio día. Le encanta que le digan que es linda, de hecho le encanta que le digan que es la más linda del mundo porque así ella se siente segura y feliz. Lo que pasa es que la Gatita Luna no siempre fue feliz como ahora. Y es que cuando ella era muy chiquitita unas malas personas la abandonaron en un sitio vació donde solo había malezas y ratones.

Como era tan chiquitita tenía que esconderse entre los pastos altos para que los ratones no la vieran e intentaran comérsela cruda. Allí paso un mes solita hasta que un buen día una joven la vio y se enamoró de ella. La joven pensó: “se la llevaré a mi mamá que está tan triste porque su gatita Blanca se fue al cielo a cazar mariposas”.
Acto seguido, llamó a la mamá y le preguntó si podía cuidar una gatita que no tenia casa. La mamá le contestó que si y que iría a buscarla al día siguiente. Era tan pequeñita que cabía en una cajita de zapatos y la mamá la instaló a su lado en el asiento delantero de su auto blanco. Así viajaron por la cuidad hasta llegar a Pirque. Esa noche era noche de luna llena y el cielo estaba como día claro. Al fondo, las montañas se recortaban oscuras cuando de pronto comenzó a aparecer la cara de la luna, grande, blanca, redonda, iluminando el paisaje con su luz. La mamá estaba embelesada con el espectáculo y miró a la gatita quien sentada en su cajita de zapatos observaba por la ventana el hermoso globo que colgaba del cielo. La gatita estaba tan absorta en la contemplación que no se daba cuenta de nada. Miraba la luna con los ojos redondos como dos lunitas brillantes incrustadas en su carita.

“Que sorpresa” exclamó la mamá mirando primero la luna y luego a la gatita. Y es que había tanta semejanza, entonces dirigiéndose a la gatita le dijo: te llamaré Luna porque tienes los ojitos redondos igual que ella y has llegado a mi vida en noche de luna llena. ¿Te gusta? le pregunto. La gatita que no sabia hablar pero que deseaba expresar su consentimiento le respondió: ron, ron, ron, ron y arqueando la espalda dio tres vueltas en la cajita y se acostó muy contenta. Ahora tenía mamá para ella solita y además tenía un hermoso nombre inspirado en el más lindo globo blanco que colgaba del cielo iluminando la noche.
Por fin podría dormir tranquila sin temor a que los ratones se la comieran cruda porque, de ahora en adelante, dormiría calientita en la cama de la mamá.

Y esta es la historia de la Gatita Luna que vive en una casita de Pirque y es muy pero muy feliz.